Por Aránzazu Días Huerta | Fotos: Phelipe Eizaguirre

Se encuentra en el centro de Bilbao, y cuando el equipo de interioristas de Moralima Studio lo vio por primera vez, constaba de cuatro habitaciones, salón-comedor, una cocina muy estrecha, dos baños y un aseo.

Hablamos de este piso de 110 metros cuadrados que, tras la reforma, se ha convertido en el acogedor hogar de una familia con dos hijos pequeños.

Los propietarios tenían claro que querían una cocina amplia conectada al salón, para poder aprovechar la luz que entraba por el ventanal del salón. Asimismo, deseaban que la estancia que antiguamente hacía las veces de "habitación de servicio" y el aseo, se unieran a la cocina para otorgarle más metros.

Salón comedor con sofá blanco y mesa de comedor de madera. Foto: Phelipe Eizaguirre

''Durante los derribos, vimos que la viga del techo que recorría todo el salón podía tratarse y convertirse en una pieza clave de la estancia. Aprovechamos también para colocar una tira LED a lo largo de la viga, iluminándola y dándole luz ambiental al salón'', explican desde Moralima Studio.

Mesa, de Kenay Home. Lámpara, de Luz Bilbao. Foto: Phelipe Eizaguirre

En definitiva, el objetivo era que el salón estuviera conectado visualmente con la cocina, pero que al mismo tiempo los espacios se pudieran separar para evitar ruidos y olores mientras cocinaban. Para ello, se diseñó un cerramiento de acero en acabado negro forja que consta de un panel fijo y dos puertas correderas.

Tip deco: Para aportar claridad a la cocina, el estudio optó por muebles blancos que ganaron calidez gracias a los taburetes de madera.

Salón comedor y cocina con muro de piedra y cerramiento de vidrio y acero. Foto: Phelipe Eizaguirre

Los clientes también soñaban con una isla de cocina, y como el espacio lo permitía, se diseñó una isla con barra de desayuno para los cuatro miembros de la familia.

Taburetes, de MADE.
Otro de los requisitos de los clientes era ganar mucho espacio de almacenaje, por lo que fue imprescindible instalar varios armarios en el pasillo.

Para ello, el baño principal se hizo un poco más pequeño (los baños antiguos eran muy grandes). En la habitación principal se consiguió sacar un armario adicional quitándole un trocito al segundo baño de la vivienda. Y en el recibidor, se creó un armario adicional donde poder ocultar el cochecito de la peque de la casa y los medios de transporte de los niños que tanto ocupan (motos, patinetes, etc.). Durante la reforma, además, se pudo construir un pequeño aseo con ducha donde se integraron la lavadora y la secadora en un mueble a medida.

Recibidor con armario empotrado y espejo de pared
Las paredes se pintaron en un blanco roto, aportando color al piso a través de los accesorios.
Apliques de pared, de Ineslam. Ropa de cama, de Zara Home. Foto: Phelipe Eizaguirre
Los huecos de las habitaciones de los niños se respetaron, pero se modificó la distribución interior.
Habitación infantil nórdica con ropa de cama en tonos rosas. Foto: Phelipe Eizaguirre
Artículo original publicado en Mi Casa Revista en 27/03/2022.
Lo podéis consultar aquí