Por María Calvo | Fotos: Manu Luque

Vivir en el Ensanche bilbaíno es un sueño que se ha hecho realidad para una pareja de vizcaínos y su niño de dos años. De cara al exterior, esta zona presume de fachadas modernistas que se combinan con edificios funcionales, barrocos o de estilo vasco. Un cuidado eclecticismo que contrasta, en ocasiones, con unos interiores antiguos y mal distribuidos para las necesidades de los propietarios de hoy en día. Eso mismo ocurrió con el piso que esta familia eligió para comenzar una nueva etapa, encontrándose con 90 metros cuadrados llenos de posibilidades que pedían a gritos un lavado de cara. Para ello contaron con las profesionales de Moralima Studio, un estudio de interiorismo capitaneado por Ane Moratalla y Fernanda Lima. «Era una casa muy viejita y, para su tamaño, estaba muy compartimentada», explican.

Si en el Ensanche se entremezcla el Bilbao moderno con el clásico, en el interior de esta casa convertida en hogar ocurrió algo similar. Sus paredes irregulares con ventanales al exterior reflejaban la ciudad de antes y marcaban los límites a las interioristas para crear algo novedoso. Lejos de sumar, a sus vetustos muros le restaron parte de su historia, quedándose con sus vigas de hormigón al descubierto a modo de elemento decorativo y con una distribución mucho más abierta y luminosa que exploraba las infinitas posibilidades del espacio. El punto de partida y uno de los requerimientos esenciales de los propietarios era cambiar la cocina de sitio y anexionarla al salón.

¿Es posible cambiar la cocina de sitio? Es cierto que es más sencillo hacerlo con esta estancia que, por ejemplo, con el baño, pero se han de cumplir ciertas premisas para realizarlo con éxito. Hoy en día, son muchos los interioristas que llevan a cabo este cambio de distribución para adaptarse a las necesidades actuales. No es que todos los pisos viejos estén mal hechos, sino que estaban diseñados según los parámetros sociales del momento y la forma en la que ha cambiado nuestro estilo de vida hace que las cocinas de ahora desempeñen un papel diferente. «Al principio se ubicaba de forma que no se conectaba con el salón, así que fue reubicada donde originalmente había una habitación. Por su parte, ese espacio donde estaba antes la cocina y ahora quedaba libre se transformó en un nuevo dormitorio», nos cuentan.

Un cerramiento de cristal para delimitar espacios

De esta manera, siguieron conservando sus tres dormitorios, sus dos baños, una pequeña terraza y un salón que se amplió considerablemente anexionándolo a la cocina. Gracias a esto, también fue posible construir una isla a modo de espacio de trabajo y un pequeño lavadero. La isla se revistió en color azul marino, algo que refuerza el carácter industrial de la vivienda y actúa como divisor de espacios junto a un cerramiento de cristal y perfilería metálica, que marca los límites entre cocina y salón.

Esta estancia, al igual que el resto de la vivienda, siguió una línea decorativa neutra de blancos, grises y madera como base, en la que se introdujeron toques de color en los accesorios y elementos de decoración como los textiles o los cuadros, consiguiendo ambientes cálidos y alegres, tal y como deseaban sus inquilinos. Aquí se optó por el azul y el rosa en cojines y puf, que van a juego de los lienzos.

La parte privada de la vivienda está presidida por un dormitorio principal para el matrimonio, en el que se ha creado a medida un cabecero que va de lado a lado de la pared. Es de color verde 'mint' y está enmarcado por dos mesillas en contraste y dos apliques negros y dorados de carácter retro que aportan personalidad al espacio. También, las interioristas de Moralima Studio han sacado partido a este espacio creando un pequeño vestidor con armarios empotrados hechos a medida, al igual que en el resto de la vivienda. Éste, a su vez, conecta con baño principal, alicatado en gris con efecto mármol y formas hexagonales. ¿Su particularidad? Es que consta de dos duchas que comparten el mismo plato.

En la habitación infantil predominan los colores verde y mostaza. Allí, además de la zona de dormir, se ha creado un pequeño rinconcito de lectura. Una de las paredes es fue pintada con un diseño triangular y decorada con vinilos. El segundo baño es más compacto, y sirve tanto para el niño como para los invitados, a los que se les ha reservado un tercer dormitorio que hace las veces de despacho, según se tercie. Un sofá azulón preside este ambiente, que va a juego del cuadro en tonos rosas, azules y negros.


Artículo original publicado en El Correo en 25/07/2022.
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